Page 61 - La cultura del petróleo
P. 61

La cultura del petróleo     Rodolfo Quintero


                 Nadie vive bien en las “ciudades petróleo”, pero ninguno se
              dispone a dejarlas. Cuando llegan declaran que pasarán solo unos

              días porque existe el temor de que irse hoy signifique perder la
              oportunidad de mañana. Y así pasan los meses y los años, rodeados
              de necesidades y alimentados con esperanzas.
                 Los descendientes de los que fueron dueños de la tierra antes
              de la llegada de las compañías esperan mejores pensiones de las
              empresas que despojaron a sus abuelos. Los comerciantes confían
              en la aparición de un nuevo “chorro” que asegure grandes nego-
              cios; los empleados públicos hablan de mejores oportunidades
              para el “rebusque” y alza de los sueldos. Pequeños negociantes
              sueñan con mayor número de compradores de zapatos, medias,
              perfumes, camisas. Los trabajadores creen en aumentos de sala-
              rios. Y los aventureros aguardan el mejoramiento económico de
              todos para quitarles el dinero en las casas de juego, las cantinas,

              el robo. En fin, todos separan lo bueno por venir y se queda en las
              ciudades.
                 El enganche de una docena de trabajadores en el campo petro-
              lero cercano, la adquisición de dos o tres camiones nuevos, la
              llegada de un grupo de “musiús” venidos desde Nueva York, alguna
              fiestecita en la casa de un alto jefe, son tenidos como “indicio”, como

              síntoma de que la situación tiende a mejorar. Suficiente para que

              los comerciantes se animen y pinten las fachadas de sus negocios,
              las prostitutas fíen vestidos nuevos, los centros nocturnos traigan
              desde Maracaibo lotes de mujeres, los desempleados se acerquen
              por los portones de las compañías. Surjan en la ciudad proyectos
              para un futuro mejor inmediato.

                 Pero esto se desinfla pronto. Porque los “musiús”  llegados
              resultan ser simples empleados de las compañías que disfrutan de
              vacaciones, interesados en conocer las instalaciones de Venezuela;
              los camiones son adquiridos para relevar unos inservibles; el mismo
              día que se enganchan los doce trabajadores se despiden cincuenta.
              Semanas después surgen nuevos síntomas y renace el optimismo.
              Y así sucesivamente, mientras se oiga el sonido de las sirenas de las
              compañías que llaman al trabajo al amanecer de cada día.


              60




       La cultura del petróleo.indd   60                                   16/08/16   15:10
   56   57   58   59   60   61   62   63   64   65   66