Inmunoterapia personalizada podría funcionar para matar tumores
Dos científicos descubrieron unas moléculas que eran unas de las claves que explican por qué el sistema inmune parece pasar de largo cuando tiene que plantarle cara a un tumor; se trata de las proteínas PD-1 y CTL-4, descubiertas por el estadounidense James Allison y el japonés Tasuku Honjoy.
Estas proteínas están en la superficie de los linfocitos T, un tipo de glóbulos blancos que se encargan de combatir los agentes patógenos en el cuerpo, y son dos de los frenos que impiden que el sistema inmune ataque al tumor.
Una vez conocidos estos mecanismos, se pusieron a investigar enseguida formas de desactivarlos. Una de las primeras estrategias fue mediante el desarrollo de anticuerpos que inhibiesen tales proteínas y desataran la combatividad de los linfocitos. Primero lo probaron en ratones y, al ver que daba buen resultado, siguieron con los ensayos clínicos hasta que en 2011 se aprobó el ipilimumab para el CTLA-4, el primer medicamento oncológico contra el melanoma metastásico.
En el caso de la proteína PD1, también han desarrollado fármacos que actualmente se emplean para tratar los cánceres de pulmón, de riñón, de piel y del sistema linfático (linfoma). Esos jóvenes investigadores no sabían que aquellos hallazgos en los 90 les valdrían, en 2018, el Nobel de Medicina y Fisiología.
La eficacia de la inmunoterapia también varía con el estadio en el que se encuentra —no es lo mismo aplicarla en fases avanzadas que en fases precoces—, por lo que los científicos están observando también cómo reacciona el tumor ante la inmunoterapia en según qué momentos.
“Ahora lo que se está intentando es establecer los tiempos en los que la gente evalúa distintas combinaciones de tratamiento en diferentes momentos en los que se aplica dicha terapia. ¿Por qué? “Porque lo que se ha visto es que, a medida que evoluciona el tumor, las células de este van cambiando, y cómo esto ocurre, la forma en la que el sistema inmune las modifica o las activa o las elimina tiene que ser distinta”, señaló Maria Casanova Acebes, jefa del Grupo de Inmunidad del Cáncer del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid.
Por si esto no fuera ya demasiada complejidad, hay que añadir también la variable de la persona. “En efecto, conocemos diferentes mecanismos por los que existen pacientes que responden mejor a la inmunoterapia”, indicó Castañón.
Uno de los más importantes es la sobreexposición de PD-L1 en los linfocitos, que puede ser un biomarcador de que la inmunoterapia será efectiva, tal y como ocurre en el cáncer de pulmón. Pero tampoco es garantía al 100 % de éxito (tampoco de fracaso): se ha visto a pacientes con poca presencia de PD-L1 que también responden satisfactoriamente al tratamiento en otros tumores.
Fuente: Medios Digitales
VTV/DR/CP