Actividad física ayuda a retrasar el envejecimiento

El ritmo del envejecimiento en los humanos depende en parte de la predisposición genética individual. Sin embargo, el ejercicio y el sedentarismo podrían jugar un papel más importante en la longevidad de lo que se acostumbra a pensar, de acuerdo con la ciencia.

Varios estudios han demostrado que la actividad física y la reducción del tiempo sedentario son importantes para lograr un envejecimiento saludable. Además, una actividad física moderada se ha asociado con un menor riesgo de mortalidad y, por otra parte, el sedentarismo con uno mayor. En este contexto, científicos estadounidenses se plantearon si estas asociaciones varían en función de diferentes niveles de predisposición genética a la longevidad.

De este modo, Alexander Posis, de la Escuela de Salud Pública y Ciencia de la Longevidad de la Universidad de California, y su equipo midieron la actividad física de cinco mil 446 mujeres estadounidenses mayores de 63 años a quienes les realizaron un seguimiento hasta 2020 para determinar el índice de deceso.

Durante el experimento, las participantes llevaron, al menos una semana sin interrupción, un acelerómetro científico, dispositivo que ayuda a comprender la velocidad a la que se mueve un objeto o una persona, y que se tomó como base para medir su nivel de actividad física y el tiempo de sedentarismo. También se sometieron a pruebas genéticas.

Luego de contrastar los datos del acelerómetro y la información genotípica, los investigadores encontraron que la actividad física tenía un mayor efecto sobre la esperanza de vida de las mujeres que los genes. Resultó que, independientemente del nivel de predisposición genética a la longevidad, la tasa de mortalidad de las encuestadas que hacían ejercicio con regularidad fue, en promedio, más de un 50 % inferior respecto a las predominantemente sedentarias.

De acuerdo con investigaciones, el ejercicio puede inducir al estrés oxidativo, un proceso que conduce a la formación de radicales libres, asociados al envejecimiento prematuro. Sin embargo, el organismo aprende al mismo tiempo a activar los sistemas necesarios para luchar contra las consecuencias de este estrés: daños en las membranas celulares y en el ADN. El ejercicio físico activa el factor de transcripción Nrf2, una proteína que activa genes que codifican la producción de antioxidantes, la mejor arma contra los radicales libres.

Fuente: RT

VTV/YD/CP