Hongo que puede «devorarte desde dentro» se expande por el calor

En los pulmones se abre paso una amenaza apenas visible al ojo humano. Se trata del género Aspergillus, una familia de hongos microscópicos comúnmente presente en el suelo, el polvo y los materiales en descomposición.

Aunque durante décadas estos organismos pasaron desapercibidos, el calentamiento global parece estar otorgándoles un inquietante protagonismo. En una reciente investigación, científicos advierten que la aspergilosis —una enfermedad causada por esporas de Aspergillus— se está volviendo más común y más agresiva.

La descripción más estremecedora proviene de médicos que han visto a estos hongos invadir los cuerpos de sus pacientes: “Es como si te devorara desde dentro”. La infección afecta principalmente a personas inmunocomprometidas, pero su creciente incidencia está despertando alarmas en todo el mundo sanitario.

Según revistas clínicas, las formas más severas de la aspergilosis pueden invadir vasos sanguíneos, propagarse rápidamente a otros órganos y provocar la muerte en cuestión de días si no se detectan y tratan a tiempo.

El papel del cambio climático

El cambio climático juega un papel decisivo. Los hongos, como otras formas de vida, evolucionan para adaptarse al entorno, y a medida que el planeta se calienta, las cepas de Aspergillus fumigatus —la especie más letal— están desarrollando una preocupante tolerancia a las temperaturas corporales humanas.

Una investigación preliminar publicada en Research Square revela que ciertas variantes del hongo están mutando de formas que les permiten sobrevivir no solo al calor, sino también a los antifúngicos más utilizados en medicina moderna.

Este fenómeno plantea un escenario inquietante: un entorno más cálido no solo permite que el hongo prospere en más lugares, sino que también lo empuja a evolucionar hacia formas más resistentes.

Algunas cepas aisladas en hospitales han demostrado ser multirresistentes a medicamentos como el voriconazol, considerado el tratamiento estándar. Como señalan los autores del estudio, esto podría derivar en una “crisis silenciosa” donde los tratamientos tradicionales dejan de ser eficaces, abriendo la puerta a infecciones intratables.

Está en todas partes

La situación es aún más preocupante si se considera el carácter ubicuo de este hongo. A diferencia de otros patógenos que requieren vectores específicos o condiciones muy particulares, Aspergillus está en todas partes: en el aire que respiramos, en los edificios que habitamos, incluso en los hospitales que deberían protegernos. Su detección es compleja y, en muchos casos, los síntomas iniciales se confunden con otras afecciones respiratorias como el asma o la neumonía, lo que retrasa un diagnóstico oportuno.

Efectos de la aspergilosis

A nivel clínico, la aspergilosis se manifiesta de distintas formas. La más común es la aspergilosis pulmonar crónica, una enfermedad progresiva que puede durar años y destruir lentamente el tejido pulmonar.

En su versión más extrema, la aspergilosis invasiva, el hongo penetra en los vasos sanguíneos y se propaga rápidamente, especialmente en pacientes con trasplantes, cáncer o enfermedades autoinmunes. Su tasa de mortalidad puede superar el 50% si no se trata a tiempo, un dato que debería figurar entre las grandes preocupaciones de salud pública global.

Los expertos insisten en que esta amenaza no debe ser subestimada. Al igual que sucedió con la resistencia bacteriana, la evolución de hongos patógenos representa un desafío de escala global que podría alterar radicalmente nuestra relación con los microbios.

La Organización Mundial de la Salud ya ha incluido al Aspergillus fumigatus en su lista de prioridades por su creciente resistencia a los tratamientos actuales. No estamos simplemente ante un hongo oportunista, sino ante un depredador evolutivo al acecho de condiciones óptimas para multiplicarse.

 

Fuente: Medios Digitales

VTV/DR/CP