Sanciones injustificadas, por Alberto Aranguibel
Nunca hubo justificación alguna para las criminales sanciones políticas y económicas ilegalmente aplicadas por el imperio norteamericano contra Venezuela, porque la supuesta dictadura en la cual se apoyó para hacerlo jamás existió en nuestro país.
Pero, como si hubiese hecho falta, la Megaelección llevada a cabo este fin de semana selló definitivamente la verdad que ha sostenido el legítimo Gobierno del presidente constitucional Nicolás Maduro Moros, en cuanto a la solidez de nuestra democracia participativa y protagónica; las elecciones en Venezuela la deciden las venezolanas y los venezolanos.
Queda claro el verdadero peso del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) en la política venezolana, confirmándose con esta elección no solo su innegable mayoría en el respaldo popular, sino avanzando hacia importantes espacios hasta ahora gobernados por la oposición, como las gobernaciones de Táchira y Anzoátegui. Lo que reduce a tres los estados en los que la oposición será gobierno a partir de ahora.
El desastre opositor queda también al descubierto, no solo por el significativo retroceso que para ella significa la pérdida de esas importantes gobernaciones, sino por las profundas divisiones y conflictos internos que pudieron evidenciar los observadores internacionales, frente a quienes terminaron los candidatos de la oposición cayéndose a cachetadas.
Cambian de mano dos estados importantes como Zulia y Cojedes. Pero eso no hace sino corroborar el carácter profundamente civilizado de nuestro modelo democrático, en el que solo el pueblo decide.
Una elección que deja en evidencia quiénes le han mentido persistentemente al mundo hablándole de una terrible crisis terminal que supuestamente estaría padeciéndose en Venezuela, tratando de sacar provecho político con la infamia y la calumnia contra nuestro país.
El ridículo del imperio norteamericano reiterando a última hora su reconocimiento al bufón que pretendió imponer como jefe del Estado venezolano, es solo el corolario del fracaso opositor en nuestro país.
Ya no hay excusas para continuar con la arbitraria agresión contra nuestro pueblo. Las sanciones no tienen justificación alguna. Los veedores de más de 55 naciones que constataron en persona esta realidad deben exigir el cese de las mismas.
Alberto Aranguibel / Publicado en ÚN