Puertorriqueños rechazan presencia militar de EE. UU. en la isla

«No estamos de acuerdo con la presencia militar y, de ser necesario, volveremos a luchar por nuestro pueblo», expresa Andrea Malavé, quien vive en Vieques, una isla municipio del este de Puerto Rico, donde la Marina de Estados Unidos realizó ejercicios con munición viva durante más de 60 años.

A través de un reportaje  de la BBC se pudo conocer, que los habitantes de la zona, temen que los recientes despliegues militares de Estados Unidos en el Caribe, traigan de vuelta a los soldados a su comunidad y con ellos, los entrenamientos bélicos cuyas secuelas aún afectan a los viequenses, interrumpidos solo tras un estallido social a finales de los años 90, que inició luego de que un soldado asesinó por error a un residente con una bomba.

La congresista latina con mayor experiencia en el actual Congreso de EE.UU., Nydia Velázquez, se declaró en contra de la «militarización de Puerto Rico». «Ampliar la presencia militar en la isla sería un retroceso histórico: destruiría décadas de lucha del pueblo puertorriqueño y pondría en riesgo la salud y el bienestar de nuestras comunidades con contaminación. Puerto Rico no es un campo de pruebas militares ni una colonia disponible para el saqueo».

Por su parte, la estrella política del partido, Alexandria Ocasio-Cortez, también de ascendencia puertorriqueña, dijo estar preocupada y «comprometida a obtener más información para el pueblo de Puerto Rico».

Sin embargo, la isla no es ajena a estas operaciones. Aunque tras la salida de la Marina de Vieques se redujeron los ejercicios, históricamente EE. UU. ha considerado la isla como un punto estratégico. Puerto Rico se convirtió en bastión militar durante las amenazas alemanas en la Primera y Segunda Guerra Mundial, recuerda Javier Colón Morera, profesor de ciencia política en la Universidad de la isla.

El académico añade que, luego de la partida de la Marina tras las protestas masivas de principios de los 2000, se planteó desarrollar varias bases militares a favor de las comunidades, como una llamada Roosevelt Roads, en el este de la isla.

No obstante, pese a intentos de distintos gobiernos a lo largo de los años, esos proyectos nunca se materializaron. «Muchos especulan sobre la tardanza del sector militar para desarrollar esas bases. Pero el ejército aplicó aquí la teoría del zapato viejo: no lo usas, pero tampoco lo cedes, porque no sabes cuándo lo vas a necesitar de nuevo», indicó.

Cabe mencionar, que por su edad, Andrea Malavé no vivió los bombardeos en Vieques. Nació en 1999, el mismo año en que una bomba lanzada por error por la Marina de EE.UU. mató a David Sanes. Pero asegura que en el pueblo se ha transmitido de generación en generación cómo era convivir con el estruendo de las detonaciones y la presencia constante de vehículos militares.

La Infantería Marina, que llegó a la isla municipio en la década de 1940, desplazó a miles de residentes y ocupó cerca del 75% del territorio. Durante más de medio siglo, los ejercicios con munición viva marcaron la vida cotidiana de los habitantes y causaron daños ambientales y de salud de los cuales, aún hoy, no se recuperan del todo, aunque la Marina ha hecho pruebas científicas independientes y niega estas consecuencias. 

Malavé denuncia que Vieques no cuenta con hospital, el transporte marítimo es deficiente y la vivienda asequible escasea. La lucha por la desmilitarización del pueblo unió a sectores tradicionalmente opuestos en Puerto Rico, como los grupos que defienden la independencia de la isla y aquellos que promueven su anexión como estado de EE. UU.

Por este capítulo de la historia del territorio, que aún están presentes en la conciencia de los puertorriqueños contemporáneos, sus habitantes insisten en que hay un consenso en contra de la militarización y de que se reanuden, en específico, este tipo de actividades con armamento vivo.

 

Fuente: BBC

VTV/YD/CP