Movimiento de los Trabajadores Rurales de Brasil envía misiva sobre reforma agraria

El Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) lanzó una Carta a la sociedad brasileña en el marco de la Semana del Campesino, que culmina el 25 de julio, Día del Trabajador. El documento que inicia con el respaldo al presidente Lula en la «defensa incondicional de la soberanía nacional, amenazada por el imperialismo y las acciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump»; advierte a la vez sobre la amenaza que representa la subordinación de la agricultura brasilera a empresas transnacionales.

La misiva apunta contra la actuación del Poder Legislativo, que representa los intereses del agronegocio y la minería. Con un tono firme pero esperanzado, el documento expresa la frustración de miles de familias rurales que, tras la vuelta de Luiz Inácio Lula da Silva a la presidencia, aún esperan el cumplimiento de promesas históricas: tierra, vivienda, crédito, educación rural y una reforma agraria verdaderamente popular.

Entre los proyectos legislativos que más preocupan al movimiento está el Proyecto de Ley 2.169/2021, conocido como el “Proyecto de Ley de Devastación”, que facilitaría la deforestación y el uso ilimitado de agrotóxicos, incluso en áreas protegidas. También critican el PL 8262/2017, que permitiría intervenciones policiales sin orden judicial en ocupaciones sociales, lo que consideran una criminalización directa de la protesta legítima.

Además, persiste la Instrucción Normativa Nº 112, heredada del gobierno de Bolsonaro, que abrió las puertas a megaproyectos mineros en zonas de asentamientos, poniendo en riesgo la vida, el medio ambiente y los derechos territoriales de miles de familias.

Promesas incumplidas

A pesar del discurso progresista del gobierno federal, el MST asegura que, tras más de tres años de gestión, la reforma agraria sigue estancada. El Ministerio de Desarrollo Agrario (MDA) y el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA) avanzan con lentitud, mientras familias enteras esperan decisiones administrativas que nunca llegan.

Los programas estructurales —como el PRONAF A, destinado al fortalecimiento de la agricultura familiar, el Programa de Adquisición de Alimentos (PAA) y el PRONERA, clave para la formación superior en zonas rurales— carecen de presupuesto suficiente. En muchos casos, existen en el papel, pero no en la práctica.

Uno de los puntos más sensibles es la educación. El cierre masivo de escuelas rurales y la falta de apoyo a la Política Nacional de Educación Rural, Hídrica y Forestal (Pronacampo) han dejado a miles de jóvenes sin acceso a estudios superiores. “Quieren quedarse en el campo, producir alimentos y construir futuro, pero el Estado les cierra las puertas”, denuncia el MST.

Pese al descontento, el movimiento reafirma su compromiso con el proyecto democrático liderado por Lula. Recuerda que fue la base social —trabajadores, mujeres, pueblos indígenas, comunidades negras, jóvenes y sectores populares— la que llevó al presidente al poder. Hoy, exige coherencia: si se ganó con las calles, también se debe gobernar pensando en ellas.

El MST reitera su apoyo a causas como la tributación de los súper ricos y la reducción de la jornada laboral sin pérdida de salario, pilares del Plebiscito Popular por un Brasil más justo. Y anuncia que seguirá movilizado: “Nuestras banderas se alzan una vez más para exigir una Reforma Agraria Popular como camino necesario hacia un país soberano, justo y sostenible”.

Fuente: TeleSur

VTV/DR/CP