Cariño materno en la infancia mejora la salud mental en la adolescencia
El afecto y la calidez de una madre durante los primeros años de vida pueden proteger la salud de sus hijos en la adolescencia, al moldear cómo perciben su entorno social, explicó una investigación publicada en Jama Psychiatry. El estudio conducido por la escuela de medicina de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) analizó datos de sobre ocho mil 500 niños británicos y concluyó que aquellos que recibieron más afecto materno a los tres años desarrollaron una percepción más positiva de seguridad social a los 14 años. Esa percepción, a su vez, se asoció con una mejor salud física y mental a los 17 años.
“La calidez materna ya se había vinculado con beneficios en la salud a lo largo de la vida, pero los mecanismos detrás de esa relación no estaban del todo claros”, explicó la autora principal del estudio, la doctora Jenna Alley, quien es además investigadora posdoctoral en el Laboratorio de Evaluación del Estrés de UCLA.
Según el estudio, las experiencias tempranas con figuras cuidadoras influyen en si los niños ven el mundo como un lugar seguro, acogedor y solidario, o como uno amenazante y excluyente. Con el tiempo, estas percepciones se organizan en lo que los investigadores llaman “esquemas de seguridad social”, una especie de lente con la que interpretan sus relaciones.
“Tu esquema de seguridad social representa tus creencias fundamentales sobre el mundo: qué puedes esperar de él y cómo encajas en él”, dijo Alley.
El equipo evaluó la calidez materna —gestos de afecto, elogios, tono de voz positivo— y también la dureza (por ejemplo, sujeción física) cuando los niños tenían tres años. Luego, a los 14, midieron su percepción de seguridad social con preguntas como: “¿Tengo personas que me hacen sentir protegido y feliz?”. Finalmente, a los 17, los adolescentes reportaron su estado de salud general, malestar psicológico y presencia de síntomas psiquiátricos.
Los resultados fueron claros: una infancia con más afecto materno se tradujo en una visión más segura del entorno social en la adolescencia, y eso se asoció con menos problemas físicos y mentales. En cambio, la dureza materna no tuvo efectos significativos sobre estas percepciones ni sobre los indicadores de salud.
“El hallazgo es potente porque muestra que el afecto materno no solo mejora el presente, sino que deja un legado en la forma en que los jóvenes enfrentan el mundo”, señaló el Dr. George Slavich, autor senior del estudio y director del laboratorio en UCLA.
La Dra. Alley subrayó que este tipo de estudios puede inspirar intervenciones que no solo busquen reducir lo negativo, como el maltrato, sino fomentar lo positivo: vínculos seguros y afectuosos.
“Estos hallazgos cuentan una historia de resiliencia. No se trata solo de prevenir el daño, sino de construir bienestar emocional desde el inicio de la vida”, dijo. “Incluso quienes tuvieron infancias difíciles pueden beneficiarse si cambiamos la forma en que ven al mundo”.
Aunque el estudio se enfocó en madres, los autores indicaron que la calidad del cuidado paterno también es relevante y debe explorarse más a fondo. “Percibir el mundo social como un lugar seguro e inclusivo importa, y mucho”, añadió Slavich. “Este conocimiento puede ayudarnos a diseñar mejores campañas de salud pública y fomentar la resiliencia desde la infancia hasta la adultez”.
Fuente: Medios Internacionales
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