Intervención de EE. UU. contra Venezuela dispararía los precios del petróleo
El politólogo Miguel Jaimes advirtió que una agresión militar de Estados Unidos contra Venezuela dispararía los precios del petróleo hasta los tres dígitos, situándolos cerca de los 300 dólares por barril lo que «va a hacer crujir la economía mundial», la información la dio a conocer durante un programa especial que analizó los 123 años del bloqueo naval contra la nación.
«A medida que la situación interna en Norteamérica se ve mucho más acelerada hacia el abismo, entonces los Estados Unidos aprietan para que ese precipicio se desvíe hacia Venezuela. Las consecuencias para Estados Unidos serán inimaginables. Para Europa y para todas aquellas naciones que estén apoyando una intervención contra las naciones más poderosas de petróleo del mundo», aseguró.
Jaimes subrayó que tal escenario haría crujir la economía global y traería consecuencias inimaginables para Norteamérica y Europa, destacando que el país, como poseedor de la reserva más grande de hidrocarburos del planeta, mantiene una resistencia histórica frente a los intentos imperiales de apropiarse de su riqueza energética bajo una política de asedio y «piratería» marítima.
El especialista explicó que esta ambición extranjera no es nueva, sino que forma parte de una visión donde Washington considera que el petróleo venezolano le pertenece. Asimismo, detalló que durante décadas se mantuvo un control informativo sobre el potencial real del país, afirmando que «los Estados Unidos no permitían que las reservas nuestras fueran declaradas superiores a 76.000 millones de barriles» con el fin de manipular gobiernos y precios a su conveniencia. Esta política de «país vitrina» se rompió con la llegada del comandante Hugo Chávez, momento en que la circunferencia petrolera dio un giro hacia la soberanía y el fortalecimiento de la OPEP.
Durante la entrevista, se contrastó el actual bloqueo imperial con el «autobloqueo» del sabotaje petrolero de 2002, donde resaltó el papel de los trabajadores y el pueblo en la defensa de la industria. El analista fue enfático al señalar que «Venezuela es la casa del petróleo y que como tal este producto está al servicio de la paz, de la integración, pero también de nuestra soberanía». A su juicio, la soberanía nacional se defiende hoy en todos los escenarios frente a instituciones internacionales y potencias que intentan desviar sus propias crisis internas hacia el territorio venezolano.
Del mismo modo, Jaimes denunció que existe una guerra abierta contra las naciones productoras, tanto dentro como fuera de la OPEP, que incluye el robo de buques en alta mar y la pretensión de controlar pasos estratégicos como el Golfo de México. Ante estas amenazas, el politólogo concluyó que, aunque el crudo venezolano puede ser parte de negocios internacionales legítimos, «jamás habrá un negocio de tranquilidad ni de paz interviniendo militarmente a nuestro país, como se lo proponen los Estados Unidos en este alocado momento».

Petróleo de los venezolanos
En un análisis histórico sobre la soberanía energética, el historiador Luis Britto García recordó que la propiedad del subsuelo y los recursos de Venezuela pertenecen exclusivamente a la República por mandato de El Libertador Simón Bolívar, quien tras la independencia declaró que las minas son propiedad del Estado.
Explicó que este principio jurídico fundamental desestima cualquier pretensión extranjera sobre el crudo nacional, y señaló que las concesiones otorgadas en el pasado fueron permisos temporales de explotación y no una transferencia de propiedad, una distinción que el imperio y las transnacionales han intentado ignorar mediante fraudes y presiones políticas durante más de un siglo.
Britto García explicó que la riqueza petrolera fue edificada por el esfuerzo de los trabajadores venezolanos, quienes desde 1936 han luchado contra condiciones miserables impuestas por empresas extranjeras. Del mismo modo, denunció que estas corporaciones ejecutaron maniobras financieras infames para estafar a la nación: «Declaraban como precio del petróleo que ellos vendían el que le vendían a sus casas matrices por unos centavos, y las casas matrices los revendían 10 o 20 veces más caros en el mercado mundial».
También resaltó que con este fraude, las petroleras se hicieron multimillonarias evadiendo los impuestos que debían pagar al Estado venezolano.
Anunció el analista que su investigación también arrojó luces sobre el engaño que rodeó la nacionalización de 1976. Por lo que recordó que, según la Ley de Hidrocarburos de 1943 impulsada por el presidente Isaías Medina Angarita, los activos de las petroleras debían revertir a la nación gratuitamente en 1983.
Sin embargo, continuó, el gobierno de la época adelantó el proceso para pagar indemnizaciones innecesarias. Al respecto, el historiador aseveró que «esa nacionalización fue un gran fraude para indemnizar a las petroleras por un conjunto de equipos y de activos que debían regresar directamente a la nación», lo que representó un golpe al patrimonio público bajo una máscara de soberanía.
Detalló que la resistencia actual se vincula con la defensa de este legado histórico y cultural que protege el subsuelo nacional. «En realidad quien construyó la industria petrolera fueron los trabajadores venezolanos», concluyó Britto García, al reafirmar que el petróleo, motor del mundo durante la Segunda Guerra Mundial, sigue siendo el centro de una batalla geopolítica por la justicia y la independencia.
Finalmente, en el debate subrayó que la actual agresión de potencias como Estados Unidos y el Reino Unido no solo busca un cambio de gobernante, sino la destrucción total de la arquitectura política del Estado y de la doctrina bolivariana para apoderarse definitivamente de los recursos.
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