Escritor argentino Vicente Battista se reencuentra con Venezuela
El escritor argentino Vicente Battista, de 85 años, ganador de la XXI edición del Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos por su obra “El simulacro de los espejos”, participó este viernes en la inauguración de una exposición de las 474 novelas participantes, un récord de postulaciones provenientes de 32 países.
La obra ganadora se impuso entre un grupo de nueve finalistas, que incluye a autores como Selva Almada, María Elvira González, Andrea Mejía, Olga Merino, Jorge Rodríguez, Martín Solares, Gabriela Wiener y Sergio Bizzio, en una competencia de altísimo nivel.
Durante un encuentro con los medios de comunicación, en la Sala de Lectura Luis Britto García del Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos (Celarg), el viceministro de Fomento para la Economía Cultural, Raúl Cazal, le dio la bienvenida y resaltó la trascendencia del premio y la calidad de la obra de Battista. “Es un gran placer tenerte nuevamente en Caracas, Vicente. Celebramos tu regreso y, sobre todo, este reconocimiento merecido a ‘El simulacro de los espejos’, manifestó Cazal.
Afirmó que Battista es un narrador con una amplia trayectoria, que viene del cuento, del relato breve, con una prosa expresiva y precisa. Su novela premiada, en particular, tiene conexiones con otra obra suya, “Gutiérrez, a secas”, y ofrece múltiples niveles de lectura que interpelan al lector desde distintos ángulos, señaló el viceministro.
El presidente del Celarg, Pedro Calzadilla, también estuvo presente en el encuentro para acompañar la importancia de mantener viva esta tradición literaria que reconoce la excelencia narrativa en nuestra lengua.
El veredicto del jurado, compuesto por Perla Suez (Argentina), Rafael Cuevas Molina (Guatemala), Abel Prieto (Cuba), Fermín Goñi (España) y Juan Antonio Calzadilla Arreaza (Venezuela), otorgó el premio por unanimidad a Battista, al destacar que la obra “traza una inspiración kafkiana, construye una atmósfera opresiva muy particular y refleja con crudeza los signos de nuestro tiempo: poderes dictatoriales invisibles, vigilancia consentida, espectáculo como forma de vida, pérdida del sentido, vacío espiritual y el asedio constante a la intimidad”.
Anécdotas
Por su parte, Battista ofreció una mirada íntima y sincera sobre su proceso creativo y el origen de la novela en tiempos de pandemia. “Cuando decidí escribir esta historia, estábamos en plena pandemia. Yo soy una persona que necesita caminar, salir, ver cosas. El encierro me afectó mucho, y fue justamente ese encierro lo que me llevó a imaginar un lugar aún más cerrado; inventé un sitio asfixiante, y desde ahí fui construyendo la novela. Primero el espacio, luego los personajes y, finalmente, el argumento”, relató.
El autor resaltó el significado del reconocimiento, al considerar el galardón importante para la literatura latinoamericana. “Cuando me llegó la noticia me llené de alegría, porque esta historia se coloca entre los grandes textos de este prestigioso galardón. Lo más importante para mí es escribir una novela pensando en grande, en conmover al lector, en hablarle al corazón y a la conciencia”.
El autor también compartió recuerdos de sus inicios literarios. “Aún conservo la carta anunciándome que había obtenido una mención en el premio Casa de las Américas en 1967; desde La Habana, cuna de la Revolución cubana, me llegó aquel reconocimiento, que fue algo que me llenó de orgullo. Ahora, recibir este premio Rómulo Gallegos me retrotrae a ese momento. Es un conglomerado de emociones que me resulta muy especial”.

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Fuente: MPPC
VTV/Ora/DS/DB/