Enfrentamientos en Israel y Gaza supera cifra de mil fallecidos

Los violentos enfrentamientos entre Israel y la Franja de Gaza continúan por cuarto día consecutivo. De acuerdo con las últimas estimaciones, al menos 788 palestinos han muerto, y unos cuatro mil 100 han resultado heridos, desde la escalada del conflicto, mientras que más de 900 israelíes perdieron la vida, y unos dos mil 616 fueron heridos.

Mientras tanto, más de 187 mil 500 habitantes de Gaza se han visto desplazados, como consecuencia del actual conflicto, según la Organización de Naciones Unidas (ONU). Por su parte, el monarca Abdalá II de Jordania decretó el envío inmediato de asistencia humanitaria y sanitaria a la Franja de Gaza por el paso de Rafah, fronterizo con Egipto, informaron desde la oficina del rey.

El ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, y su par iraquí, Fuad Husein, llamaron a aumentar los esfuerzos para entablar conversaciones entre Palestina e Israel, comunicaron desde la Cancillería de la Federación de Rusia. 

Por su parte, las autoridades peruanas confirmaron la muerte de un segundo connacional, durante los enfrentamientos. 

En un artículo publicado por el diario israelí Haaretz, el periodista israelí, Gideon Levy, analizó las consecuencias de la escalada guerrerista de Israel sobre la Franja de Gaza, y calificó la postura bélica de Israel como arrogante, que piensa que tiene permiso para hacer cualquier cosa y suponer «que nunca pagaremos, ni seremos castigados». 

 

A continuación el texto íntegro de la nota en la que el periodista Gideon Levy manifiesta su impresión sobre la situación que se vive en el territorio de Gaza:

Detrás de todo esto está la arrogancia israelí. Pensamos que tenemos permiso para hacer cualquier cosa y suponer que nunca pagaremos, ni seremos castigados. Y pensamos que seguiremos y nada nos interrumpirá. Arrestaremos, mataremos, abusaremos, despojaremos, protegeremos a los colonos y sus pogromos, iremos a la tumba de José, a la tumba de Ot’niel, al altar de Josué, todo en los territorios palestinos, y por supuesto al Monte del Templo —más de 5.000 judíos sólo en Sucot—. Dispararemos a inocentes, les arrancaremos los ojos y les destrozaremos la cara, los expulsaremos, expropiaremos, robaremos, los secuestraremos de sus camas, los someteremos a limpieza étnica y, por supuesto, continuaremos con el increíble asedio a Gaza. Y supondremos que todo seguirá como si nada.

Pensamos que con la construcción una súper barrera alrededor de la Franja de Gaza, cuyo muro subterráneo costó tres mil millones de shekels, con eso ya estábamos a salvo. Confiamos en que nos avisarían a tiempo los genios del 8200 (unidad de escuchas de inteligencia militar) y los miembros del Shin Bet, que lo saben todo. Pensamos en moveríamos medio ejército de las cercanías de Gaza a Hawara sólo para proteger las locas travesuras de Zvi Sukkot y los colonos, y todo saldría bien, tanto en Hawara como en Erez. Resulta que cuando existe una gran motivación el obstáculo más sofisticado y costoso del mundo puede ser atravesado hasta por una simple excavadora y con relativa facilidad. Se puede cruzar ese altanero muro con bicicletas y scooters, a pesar de todos los miles de millones invertidos en él y a pesar de todos los expertos y con sus contratistas enriqueciéndose.

Pensamos que seguiríamos acosando a Gaza, arrojándole algunas migajas de bondad en forma de algunos miles de permisos de trabajo en Israel —una gota en el océano, y además siempre están condicionados a un “correcto comportamiento”— y aún así supusimos que los seguiríamos manteniendo como en una prisión.

Pensamos que haciendo las paces con Arabia Saudita y los Emiratos, los palestinos serían olvidados, hasta ser borrados, como les gustaría a muchos israelíes. Seguiríamos reteniendo a miles de prisioneros palestinos, incluidos prisioneros sin juicio, la mayoría de ellos prisioneros políticos, y aún así no aceptaríamos discutir su liberación, incluso después de décadas en prisión. Les diríamos que sólo por la fuerza sus prisioneros verán la libertad. Pensamos que seguiríamos rechazando con soberbia cualquier intento de solución política, simplemente porque no nos conviene hacerlo, y pensamos que seguramente todo seguiría así para siempre.

Una vez más se demuestra que no es así. Varios cientos de militantes palestinos atravesaron el alambrado e invadieron Israel de una manera que ningún israelí imaginó que pudieran. Unos cientos de militantes palestinos demostraron que es imposible encarcelar a dos millones de personas para siempre sin que ello suponga un precio cruel. Así como ayer la humeante y anticuada excavadora palestina derribó la valla, la más sofisticada de todas las vallas, también desgarró el manto de arrogancia de Israel. Y también destrozó la idea de que basta con atacar y desmantelar Gaza con drones suicidas y venderlos a medio mundo para mantener la seguridad.

Israel vio ayer imágenes que nunca había visto antes: vehículos militares palestinos patrullando la ciudad, ciclistas de Gaza entrando por sus puertas. Estas imágenes deben rasgar el velo de la arrogancia. Los palestinos de Gaza decidieron que están dispuestos a pagar cualquier precio por una chispa de libertad. Pero… ¿Tiene esto algún potencial? No. ¿Israel aprenderá la lección? No.

Ayer, ya se hablaba de borrar barrios enteros de la ciudad de Gaza, de ocupar la Franja y de castigarla “como nunca antes se había castigado”. Pero Gaza no ha dejado de ser castigada por Israel desde 1948, siquiera por un momento. Más de siete décadas de abusos, y otra vez, lo peor está por venir. Las amenazas de “aplanar Gaza” sólo prueban una cosa: no hemos aprendido nada. La arrogancia llegó para quedarse, incluso después de que Israel, otra vez, paga un alto precio.

Benjamín Netanyahu tiene una gran responsabilidad por lo sucedido y debe pagar los costos, pero la cuestión no comenzó con él y no terminará después de su partida. Ahora debemos llorar amargamente por las víctimas israelíes; pero también tenemos que llorar por Gaza. La mayor parte de sus residentes son refugiados creados por Israel. Gaza, la que nunca conoció un solo día de libertad.

Traducción: Larry Levy

Fuentes: Sputnik Mundo, RT en español y  La Izquierda Diario

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