Diablos de Yare pulen sus máscaras para Corpus Christi

San Francisco de Yare, estado Miranda, se encuentra inmerso en una atmósfera de tradición y devoción ante la proximidad de la festividad de Corpus Christi, que se celebrará el próximo jueves 19 de junio. La Cofradía del Santísimo Sacramento y Diablos Danzantes de Yare se prepara con fervor para asegurar que cada detalle esté a la altura del legado cultural de esta actividad.

Preparativos en la Casa de los Diablos

En la Casa de los Diablos, ubicada en la calle Simón Bolívar de Yare, la actividad es incesante; 20 artesanos trabajan arduamente en la confección de más de 500 máscaras, piezas esenciales para los promeseros que participarán en la festividad. La alta demanda de estas máscaras refleja el entusiasmo y la creciente participación en la celebración.

La logística también avanza a toda marcha, con la primera visita al sector agrícola de San Antonio, realizada el pasado 2 de junio, un ritual que marca el inicio de los preparativos para la gran festividad.

Un legado de fe y tradición

La historia de los Diablos Danzantes de Yare se remonta a 1749, cuando una fuerte sequía azotó la región. Según el primer capataz de la cofradía, Pablo Azuaje, los habitantes se unieron en oración y decidieron conceder el día libre a los esclavos en honor a Jesucristo. La lluvia llegó, las cosechas se salvaron y, desde entonces, la danza se ha mantenido viva como un testimonio de fe y gratitud.

El vestuario de los diablos ha evolucionado con el tiempo. Desde el traje floreado de 1957 hasta el icónico traje rojo completo de 1948, que volverá a ser protagonista este año. Este último fue una donación de Rómulo Gallegos para que un grupo de promeseros asistiera a su toma de posesión presidencial, lo que marcó un hito en la tradición.

El papel fundamental de las mujeres

La cofradía ha experimentado una notable transformación con la creciente presencia femenina. Según Azuaje, actualmente hay más mujeres que hombres en la agrupación, y tres de ellas ocupan el rol de capataces. Las arreadoras, figuras clave en la festividad, visten camisa blanca con la inscripción «arreadora», rosarios, pañoletas en la cabeza, maracas, mandadores, medias y faldas rojas.

Con 68 años como promesero y 41 como primer capataz, Azuaje se mantiene como un ejemplo de devoción. “Si Dios me da la bendición de continuar dándole a las piernas, lanzándome al Santísimo Sacramento”, expresó conmovido, al reflejar una vida dedicada a esta danza ancestral.

Fuente: Medios digitales

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