Deshidratación aumenta el estrés diario y afecta a la salud
Un estudio reciente reveló que la hidratación juega un papel crucial en cómo el cuerpo maneja el estrés cotidiano. La investigación encontró que las personas que beben menos de 1,5 litros de agua al día presentan niveles más elevados de cortisol, la principal hormona del estrés, lo que sugiere una conexión directa entre la falta de líquidos y la reacción fisiológica ante situaciones de presión.
El experimento se realizó con un grupo de adultos jóvenes y sanos, divididos en dos grupos: aquellos que no alcanzaban la ingesta de 1,5 litros de agua y quienes superaban los 2 litros recomendados. Ambos grupos reaccionaron con nerviosismo ante tareas estresantes como hablar en público y resolver problemas matemáticos.
Sin embargo, el grupo con menor consumo de agua experimentó un aumento mucho más significativo de los niveles de cortisol, un efecto que a largo plazo podría llevar a problemas de salud serios, que incluyen afecciones cardíacas, renales y metabólicas.
Los autores del estudio señalaron que la deshidratación leve, pero crónica, puede amplificar la respuesta del cuerpo al estrés de maneras que apenas se comienzan a comprender. En momentos de dificultad, esta falta de líquidos podría intensificar la respuesta del organismo, lo que incita a que el estrés sea mucho más perjudicial de lo que se podría esperar.
Participantes con deshidratación
Un hallazgo sorprendente fue que los participantes con deshidratación no reportaron sentir más sed que los demás. No obstante, el color oscuro y concentrado de su orina demostró que, a nivel fisiológico, sí estaban deshidratados. Esto evidencia que la sed no siempre es un indicador confiable de la necesidad de hidratación, y que el cuerpo puede estar en un estado de estrés silencioso sin enviar señales claras.
El mecanismo detrás de esta reacción se relaciona con la vasopresina, una hormona que ayuda a conservar agua en el cuerpo. Según los especialistas, la vasopresina también interactúa con el sistema de respuesta al estrés, que crea una doble carga. Es decir, mientras que esta hormona ayuda a preservar líquidos, también aumenta la reactividad del cuerpo en situaciones de presión, lo que explica el aumento del cortisol.
Aunque beber agua no es una solución mágica para el estrés, los resultados de la investigación sugieren que la hidratación debe considerarse un hábito esencial, al igual que el sueño, la nutrición y el ejercicio. Los expertos recomiendan estar atentos al color de la orina: un tono amarillo pálido es señal de una hidratación adecuada, mientras que los tonos oscuros indican la necesidad de beber más líquidos.
Fuente: RT
VTV/ND/SB