Construyamos la paz

Por: Héctor Rodríguez

La paz es para el mundo lo que la levadura para la masa reza uno de los libros sagrados del judaísmo, El Talmud. La idea la podemos completar con un pensamiento del profeta del pacifismo por excelencia, Mahatma Gandhi: No hay camino para la paz, la paz es el camino.

Y es que en momentos de mayor beligerancia, cuando las presiones externas se conjugan con quienes internamente juegan a la desunión y a la violencia por intereses egoístas, nuestra única respuesta debe ser la construcción de la paz.

De allí surge la pregunta ¿Cómo podemos construir paz? ¿La paz realmente se puede construir? Claro que sí. Para que haya paz es necesario implantar una forma de vida en colectivo marcada por la equidad, la verdad, la justicia y la solidaridad, como marcó en una alocución Juan Pablo II.

Para construir la paz es necesario respetar las normas, las leyes, los acuerdos sociales porque de otra manera sólo se desestabiliza, se le saca el piso a la gente, se le deja sin certezas.

En nuestro caso tenemos una bitácora, una guía: nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, acerca de la cual, sin duda, la mayoría de los habitantes del país estamos de acuerdo en que se trata de un instrumento legal fundamentado en el respeto de los derechos humanos. Allí nos encontramos todos.

Nuestra Constitución deja escrita la importancia de reconocer que el otro, el vecino, el hermano, la compañera de trabajo, puede pensar diferente a nosotros, y no por ello es nuestro enemigo o enemiga. Una forma concreta de construir la paz es apartando el lenguaje de guerra, que sólo contribuye a fomentar el odio, y centrarnos en palabras y acciones de esperanza,  afirmativas, de logros y bienestar.

Por ejemplo, cuando en lugar de molestarnos por lo que nos puede separar, nos fijamos en los logros que como mirandinos hemos conquistado: la producción de flores para la exportación; la de papas con semillas de alta calidad en los Altos Mirandinos; o la producción de cacao para la exportación directamente desde esta nuestra tierra mirandina, estamos abriendo senderos para la paz, para el encuentro, para el accionar conjunto.

Igual sucede cuando llegamos a acuerdos con organizaciones sociales como las asociaciones de transportistas, y las partes cumplen con la palabra empeñada. En ese accionar estamos labrando un camino de paz.

De otra manera, y dentro del mejor espíritu de tolerancia, si algún acuerdo no se cumple, obviamente el interés de la mayoría deberá prevalecer sobre la voluntad de las minorías, y el Estado como representante de esa mayoría, deberá implementar nuevas alternativas contando con el pueblo. Seguramente del seno de la sociedad saldrán nuevas ideas y el colectivo unirá fuerzas para construir justicia y equidad.

Y si somos la mayoría los que incidimos en las decisiones, la paz está asegurada; asegurada para poder tener la esperanza de ver un mañana luminoso. Nosotros tenemos como reto aprender a vivir en esta esfera de acuerdos, de convenios, de respeto a las diferencias. Éste es el momento, construyamos la paz con nuestras manos unidas, y alejemos para siempre la amenaza de una guerra.