Conoce los detalles de la «sala de las lágrimas» donde el cardenal se convierte en Papa

“Sala de las lágrimas”

Lo que ocurre allí es importante desde el punto de vista simbólico. En ese momento, el Papa toma conciencia de lo que ha llegado a ser, de lo que es a partir de ese instante. El cambio de vestidura expresa el profundo cambio en su existencia. En ese lugar, comprende que el oficio es más grande que la persona. Tal vez de ahí provenga el nombre de “sala de las lágrimas”: porque en el momento en que el nuevo Pontífice toma conciencia de que la figura del Papa es mucho más grande que quien la encarna, entiende también que, bajo ese papel, deberá morir cada día, para que no sobresalga su persona, sino el oficio; para que emerja el Vicario de Cristo, el sucesor de Pedro, hoy, tras más de doscientos Papas.

En ese momento, el Papa recién elegido, al comprender lo que por gracia de Dios ha llegado a ser, entiende que el oficio es mayor que su persona, y que su grandeza personal dependerá de su capacidad de encarnar plenamente ese oficio de Vicario de Cristo, de sucesor de Pedro. En el papado no debe sobresalir la persona: en el momento en que lo hace, el oficio pierde su significado, se devalúa el rol y también los fieles pierden mucho.

Contemplar la sala de las lágrimas y la figura del Papa de esta manera —al hombre, al cardenal que se convierte en Papa, que deja los hábitos cardenalicios y asume los pontificios— es exigente. Se necesita una visión sobrenatural, que nos lleve a ver no solo nosotros que imaginamos la escena, sino también el propio Papa, quien debe aprender a leerse a sí mismo con los ojos de la gracia, con los ojos de la fe, con una mirada sobrenatural.

¿El Papa recién elegido permanece solo o alguien lo asiste?

Generalmente, es asistido por el maestro de ceremonias; el cardenal elegido es acompañado hasta esa puerta, bajo el Juicio Final, a la izquierda del altar, desaparece y de allí sale con las vestiduras pontificias.

En este Año Jubilar se cruza la Puerta Santa y también se cruza el umbral de la sala de las lágrimas, lo que marca un cambio profundo porque toca la intimidad de la persona que se convierte en Papa.

 

Se podría decir que toca el corazón del ministerio petrino: un hombre que se convierte en Papa, un cardenal que se convierte en Papa. Es llamado Papa, pero cuando se usa la terminología con la que históricamente se ha designado a los pontífices, se dice Vicario de Cristo, sucesor de Pedro y, como lo definía santa Catalina de Siena —ya que en estos días también celebramos su fiesta—, el “dulce Cristo en la tierra”.

Fuente: Vatican News


VTV/DR/CP