«Los carteles gringos» compran a granel la droga y la distribuyen en todos los EE. UU.

El periodista e investigador mexicano Jesús Esquivel, señaló mediante una investigación titulada «Los carteles gringos», que Estados Unidos es uno de los mayores consumidores de estupefacientes del mundo, y asegura que «las drogas no se venden solas». Explica la existencia de organizaciones de tráfico de drogas estadounidenses que están a la par de las mexicanas, colombianas y de otras partes del mundo.

«Estos carteles compran a granel la droga al crimen organizado mexicano que se encarga solamente de llevarla a la frontera sur de Estados Unidos. A partir de ahí ya son los carteles gringos los que se encargan de toda la logística: el transporte, la distribución, la venta, ponerle el precio y recuperar el dinero a través del lavado, tanto en instituciones financieras como en bruto, llevándolo por la frontera a México», afirmó.

En su investigación, Esquivel identifica a una serie de pandillas y clubes de motociclistas como las organizaciones criminales que venden las drogas en las calles de EE. UU. y que serían los «carteles gringos».

Algunos de ellos, según el periodista, son Arizona Mexican Mafia, Barrio Azteca, Border Brothers, Hells Angels, Latin Kings, Los Bandidos, Los Carnales, Los Hermanos Pistoleros Latinos, Los Mongols, Los Negros, Mexican Mafia, Mexikanemi, MS-13 o Mara Salvatrucha, New Mexican Syndicate, New Mexico Syndicate, Partido Revolucionario Mexicano, Raza Unida, Sinaloa Cowboys, Sureños, Texas Chicano Brotherhood, West Texas Tangos, y Wet Back Power.

Según Esquivel, estas pandillas con miles de miembros no tienen un trato exclusivo con los carteles mexicanos o colombianos, sino que usan la lógica del «mejor postor» para hacerse con los cargamentos de droga en la frontera.

Asimismo, asegura que su estructura es diferente a la de los carteles latinoamericanos: pueden tener la membresía típica de una pandilla o club de motociclistas y funcionan como células locales bajo un líder (muchas veces llamado «presidente»), un sublíder (vicepresidente) y otros cargos de rango menor. De ahí, el grueso son miles de distribuidores y vendedores callejeros.

«Aunque pueden trabajar o pertenecer al mismo grupo, no reciben órdenes del mismo presidente», explica Esquivel, quien revisó miles de documentos de investigaciones de la DEA y juicios criminales contra miembros de estas pandillas y clubes.

«Esto las hace más sofisticadas que las organizaciones criminales de México. Los Hells Angels, por ejemplo, en cada estado pueden tener hasta 20 jefes, porque no dominan territorios como en México; dominan calles, cuadras, donde se da el trasiego de drogas en EE. UU.», añade.

El periodista explica que no le tienen «lealtad» a ningún cartel de México, Colombia u otro país, sino que pactan el envío a las fronteras de cargamentos de drogas y a partir de ahí se encargan de la logística, de transportarla, distribuirla y venderla para después repartir las ganancias y pagar a los carteles a través del lavado de dinero en el sistema financiero de EE. UU. y el transporte oculto de efectivo por la frontera sur de EE. UU.

«A los carteles mexicanos les interesa el dinero que pactaron y que se lo entreguen en el tiempo que les dan para distribuir la droga. Para los carteles estadounidenses es más fácil porque se encargan de poner el precio a su gusto; ya no están sujetos a un precio fijado por organizaciones criminales extranjeras», indicó. 

En la historia criminal de EE. UU. del siglo XX hubo grandes capos, como Al Capone, John Gotti o Frank Costello, pero estos se dedicaron al control de sindicatos, las apuestas, la extorsión y el contrabando que no tenía como principal negocio las drogas.

Esquivel indica en su libro que eso no significa que no haya cabecillas ni un alto volumen de actividades de tráfico de drogas: «Fue el FBI el que nos entregó un reporte en el que manejaban que en Estados Unidos había unas 33 mil pandillas violentas y que tenían un aproximado de 1,4 millones de miembros».

Igualmente, el investigador sostiene que, en contra de lo que se pueda creer, «la mayoría de ellos son hombres blancos». «Hasta el racismo existe en la denominación del narcotráfico en Estados Unidos», señaló.

Además, asegura que en los anuncios de detenciones y acusaciones que publican el Departamento de Justicia de EE.UU. o la DEA, los sospechosos de origen latino son vinculados con carteles latinoamericanos, pero no los de origen anglosajón. «Si revisaran los expedientes judiciales de los sentenciados y los detenidos, podrían descubrir para quiénes trabajan esas personas. Y ahí se puede ir hilando y descubrir las redes, que son muy grandes», acotó.

Esquivel cree que a los funcionarios de la DEA y de otras agencias gubernamentales no se les permite hablar de «carteles estadounidenses». «No es que no estén actuando en contra de ellos, pero creo que les quitaría ese tono imperialista de querer imponer las reglas a nivel internacional en la lucha contra el trasiego de drogas».

«Te das cuenta de que es el juego de la narrativa, de un doble sentido del Gobierno de EE. UU. Si el presidente dijera ‘nuestros carteles’, les daría argumentos a otros países para decir: ‘Si tú estás admitiendo que tienes carteles, ¿cómo me estás acusando a mí?'», concluyó.

Fuente: Medios internacionales

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